José María Movilla no necesita presentación en Leganés. Mítico jugador de fútbol en la posición de mediocentro. Fue campeón de la Copa del Rey y de la Supercopa de España en 2004 con el Real Zaragoza, y campeón de la Segunda División en varias ocasiones con distintos equipos. Ahora está vinculado a la defensa de los derechos de los jugadores y jugadoras de fútbol en la AFE.
Pregunta.- ¿Cómo empiezas a jugar al fútbol?
Respuesta.- En el colegio Miguel Hernández de Zarzaquemada y jugando en el barrio. Ahí había pocas posibilidades en los equipos de barrio, como el Mahou 5 estrellas, el Bureba, que es donde empecé a jugar con ficha falsa, porque no podía jugar en alevines, porque tenía 8 años, y me llamaban “Vizcaíno” porque se cogía el libro de familia de algún otro para poder yo jugar dos años por debajo del resto. En el Mahou 5 estrellas.
P.- ¿Dónde entrenabais?
R.- En el campo de las cabras, cerca de mi casa, donde había una cementera y ahora está el polígono industrial en el que está Makro. Esos fueron mis inicios.
P.- De ese equipo diste el salto al CD Leganés, ¿verdad?
R.- Luis Ángel Duque me hizo una prueba para su equipo en el CD Leganés, me cogieron. Estuve tres o cuatro años allí. De ahí luego a la selección de fútbol de la Comunidad de Madrid, después a la Selección Española y el salto al Real Madrid, donde estuve seis años, y después probando en otras opciones.
P.- En ese tiempo que no eras profesional, ¿de qué vive un futbolista?
R.- Yo estudiaba Formación Profesional en el Luis Vives, en Leganés, hacía Administrativo, pero no era muy buen estudiante. Lo compaginaba con trabajo. Mi casa ha sido muy humilde, con dos grandes trabajadores. Mi padre era camionero y mi madre limpiaba por las casas, y en esas penurias económicas, tenía que ayudar en casa. Hice trabajos de todo tipo, buzoneando, dando publicidad en los semáforos, de dependiente en una tienda de deportes, en Telepizza, llevando planos en un estudio de arquitectura. Eso lo compaginaba con mis entrenamientos por la tarde, a partir de las 19:30h, en la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, hasta que subimos hasta la Segunda División B, en el que no cuentan conmigo y me ceden al Moscardó.
P.- ¿Cómo fue esa etapa?
R.-Pasamos apuros económicos. No pagaban. Así que pido trabajo y consigo entrar a recoger la basura por la noche y entrenando por la tarde en el Moscardó en la Segunda División B. En mi vida he dado muchas vueltas hasta poder conseguir estar en la Primera División. Como anécdota, recogía la basura en las cercanías del Calderón y después de unos años pude estar dentro del estadio, jugando en el Atlético de Madrid y no recogiendo la basura en el exterior. Figúrate las vueltas que da la vida.
P.- Todo es a costa de sacrificio. Trabajar de noche, entrenar por la tarde y dormir poco
R.- Entraba a trabajar a las 23h en la planta de recogida de basura, y salía cuando terminaba la ruta, sobre las 4 o 4:30h de la mañana. A la mañana siguiente trabajaba en una tienda de deportes y entrenaba por la tarde. Ahí es donde ves la realidad del futbol. Cuando has estado en Disneyland, que es el Real Madrid durante muchos años, o siendo internacional en distintas categorías y piensas que vas a llegar a la Primera División con el Real Madrid, y eso no es así, porque aunque se haya pasado por las categorías inferiores casi todos se quedan en el intento. Del Moscardó me ficha el Ourense en la Segunda División, donde jugué solo siete jornadas, y como veía que no jugaba, pedí salir y me fui al Málaga en la Segunda División B, y en año y medio ascendimos a la Primera División.
P.- Consigues llegar a la meta de la Primera División…
R.- Sí, y te cambia la vida. Porque vas cogiendo caché, vas cogiendo imagen. Me dieron el premio al mejor jugador en la Segunda División, había equipos de la Primera División interesados en contratarme pero me quedé en Málaga otros dos años más en Primera División, y después me contrata el Atlético de Madrid, que paga una cláusula importante, en su día unos 12 millones de euros.
P.- ¿En esa época el Atlético de Madrid estaba en Segunda División?
R.- Sí, es el segundo año que llega Luis Aragonés a la Segunda División. Ahí el míster ficha a 16 jugadores, que muchos estábamos jugando en Primera, y fue posible que el Atlético de Madrid estuviera en donde no había tenido que bajar nunca.
“Recogía la basura en las cercanías del Calderón y después de unos años pude estar dentro del estadio, jugando en el Atlético de Madrid y no recogiendo la basura en el exterior”
P.- ¿Cómo fue el trato con Luis Aragonés?
R.- Fue el mejor entrenador que he tenido. Una persona leal, con principios, con códigos de lealtad, decía las cosas a la cara y te enseñaba. Le respetábamos por la edad que tenía y por todo lo que él había vivido. Te hacía comprender que había algo más que el fútbol, ese sentimiento que todo seguidor del Atlético de Madrid desprende. Yo era jugador, pero además seguidor porque mi padre me llevaba al estadio desde muy pequeñito. Eso es muy importante para mí. Conocer a Jesús Gil, cumplir mi sueño de vestir la camiseta de jugadores como Futre, Rubio, Cabrera, Hugo Sánchez, Votava, Julio Prieto…, jugadores de esa etapa que habían sido ídolos para mí porque siempre quise ser como ellos.
P.- Después llegó Gregorio Manzano y tu situación cambia…
R.- Llega al Atlético de Madrid como entrenador Gregorio Manzano y no cuenta conmigo, y la grada no lo entiende. Todos los minutos 7 la afición gritaba mi nombre. Llegó a ser una situación incómoda, para el entrenador y para el club, porque la grada pensaba que yo tenía que estar dentro del campo. Ahí Jesús Gil me dice que me tengo que reconsiderar una cesión, porque había equipos de Primera que me querían, pero yo quise mantenerme en el Atlético, hasta que se produce una situación en la que Manzano me apartó del equipo y me manda a entrenar con un equipo que se recuperaba de un partido de Copa del Rey y eso me sentó muy mal.
P.- En ese momento llamó a tus puertas el Real Zaragoza
R.- Apostó muy fuerte por mí. El equipo no iba muy bien pero acabamos en puestos de arriba, incluso le ganamos la Copa del Rey a los “galácticos” del Real Madrid. Me dieron mucho cariño y decidí quedarme allí, en Zaragoza, aunque el Atlético de Madrid iba a renovarme dos años. Ese mismo año jugamos la Supercopa contra el Valencia y también la ganamos. Jugamos competición europea y se hizo un buen equipo, con Gerard Piqué, Milito, Poncio, Aimar, Ayala… Llegó un momento que ya no era casi titular y me fui al Murcia y después al Rayo Vallecano, y con 38 años vuelvo a Primera División con el Real Zaragoza, mis dos últimas temporadas y me retiro. Lo dejé con un contrato que tenía hasta los 42 años. No me pude despedir en un campo de fútbol, me tuve que despedir en un juzgado para recuperar esos dos años de contrato que me quedaban.
P.- En el Rayo Vallecano tuviste problemas de pago también
R.- Ahora eso no sucede porque los jugadores están muy protegidos. Prueba de ello es AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) que hizo posible en su día, junto a La Liga, que no volviera a haber impagos. Tuve problemas de pago en el Murcia, en el Rayo Vallecano, con seis o siete meses de impagos, pero subió a Primera División y se salvó de desaparecer. No ha sido todo una balsa de aceite. Ahora mismo las condiciones han mejorado para los futbolistas.
P.- ¿Cuál es tu papel en AFE?
R.- Soy Director Institucional y Director Deportivo. Para mí lo más importante es la defensa de los jugadores. Se dan becas de estudio, asesoría, tecnificación…
P.- Por último, la vuelta del torneo del Pepinito que tú lo jugaste, ¿qué recuerdos te trae?
R.- Ha sido ilusionante. Lo recuerdo con mucho cariño. He participado en tres ocasiones, una no oficial con ficha falsa. En una de ellas me dieron el mejor jugador del torneo de mi categoría y fuimos campeones en las dos. Hay una fotografía de ese torneo en la que varios niños llegamos a jugar en Primera División, cosa increíble. Pediría mucho más apoyo para la organización, para que sea un torneo duradero, que los niños sigan disfrutando, practicando deporte, con los valores del fútbol.